Definición

Según la American Heart Association y la International Liaison Committee on Resuscitation se define como cadena de supervivencia al orden de actuaciones que debemos seguir para hacer un buen rescate a cualquier víctima y que ésta tenga las mejores opciones para poder superar el paro cardíaco.

Los eslabones de la cadena

Los seis eslabones interdependientes de la cadena de supervivencia son (1) el reconocimiento precoz, (2) la RCP (reanimación cardiopulmonar) precoz, (3) la desfibrilación precoz, (4) el soporte vital cardíaco avanzado precoz y (5) la recuperación física y (6) emocional. Los primeros tres eslabones de la cadena pueden ser llevados a cabo por los transeúntes que lo presencien, mientras que los segundos tres eslabones deben realizarlos los profesionales sanitarios.

El paro cardíaco súbito no tiene porque ser fatal si los testigo que le asisten siguen los pasos correctos inmediatamente.

Reconocimiento precoz

La primera acción, a llevar a cabo en la cadena de supervivencia, consiste en reconocer la situación de emergencia y llamar al 112. Es imprescindible, dar información concreta y objetiva de lo que está sucediendo y atender las indicaciones telefónicas que nos darán. Para ello es necesario intentar mantener la calma.

En esta evaluación rápida de la situación, comprobaremos si la víctima responde y si respira. Si lo hace, se recomienda colocarla en posición lateral de seguridad. Si no responde y no respira, es el momento de pasar al siguiente paso.

Reanimación cardiopulmonar precoz

El segundo paso requiere iniciar la maniobra de reanimación cardiopulmonar (RCP) de inmediato, evitando minimizar las secuelas neurológicas. El lugar donde la realicemos debe ser seguro para el reanimador y el paciente.

La RCP básica sustituye las funciones vitales que han cesado, pues las células del organismo dejan de recibir oxígeno y todos los órganos vitales son muy sensibles a esta carencia. Las posibilidades de supervivencia aumentan cuanto antes comencemos su ejecución.

Desfibrilación precoz

La desfibrilación precoz consiste en la localización de un desfibrilador externo automático (DEA) por parte de quien/es están asistiendo al paciente. Por cada minuto que tardemos en realizar la descarga eléctrica las posibilidades de supervivencia disminuyen un 10% aproximadamente. Sirva como referencia que la realización de una desfibrilación entre los 3 a 5 minutos, después del paro cardíaco, puede conseguir una tasa de supervivencia de entre el 50% y el 70%.